Hasta que finalmente decidimos llevarlo a casa y quedarnos con él o conseguirle una familia. Ese momento es grandioso lleno de satisfacción para el perrito y para nosotros. Sin embargo, no bastará con ver su mirada de felicidad, de agradecimiento, cuando duerme tranquilo y bebe agua con paz y alegría de su propio plato.
Cada vez que decidimos ser mejores experimentamos que un parte de nosotros está triste y que parece que nunca dejará de estarlo. Actualmente tengo 4 gatos y 3 perros. Soy feliz cuando los veo felices, pero aparece inmediata y paralelamente la tristeza en mi pecho y me hace pasar la saliba con dificultad. Entonces la pregunta está lista: ¿cuántos más están afuera? ¿cuántos no pueden acurrucarse en su cama? ¿cuántos no pueden pasear libres por sus casas y entrar a todos los ambientes porque son de la familia y nosotros somos de la manada? No lo sé. Nunca lo sabré, sólo sé que son muchos.
Cuando decidí dejar de comer animales, sentí que mi vida volvía a comenzar. Sentí que todo estaba bien en mi cabeza, me sentí más cuerda que nunca por haber llegado a esta decisión sin que las personas alrededor insistieran en ello. Soy bastante sensible antes las imágenes crudas de animales siendo maltratados, no tengo mucha tolerancia ante eso. Cada vez que me topo con algún vídeo parezco caer en una depresión sin salida. Hablé con algunos amigos sobre esto (también veganos) y me dijeron que debía estar tranquila puesto que mi decisión ya estaba salvando tantos animales… que es la acción más efectiva que podemos ejecutar para salvarlos. Pero a veces saber eso no fue suficiente. Y supongo que no es culpa nuestra.
Supongo que es parte de toda esta vida que nos traga sin agua, sin líquidos… y la parte triste siempre estará con nosotros. Está lejano el día en que una persona no tenga esa parte triste, por más que haya tomado las mejores decisiones; porque de sus actos no lo depende todo.
Aprendí también que es esa tristeza que nos impulsó a tomar las decisiones más buenas para los más inocentes, es un tristeza que debemos aprender a querer y valorar como algo tan propio, como un motor de nuestra vida. Tengo la manía de filosofar demasiado, a veces esto me cuesta unas lágrimas.
Amo esa parte de mi tristeza y me impulsa a seguir haciendo que desaparezca la gran tristeza del mundo y de los seres de otros mundos (especies). Mi tristeza es mi arma para defender a los que no pueden. Todo es por ellos ❤