Qué difícil es quedarse pensando al borde de la cama… o en cualquier lugar. Hay recuerdos que vuelven a tu mente inesperados. Solo aguardan unos segundos en blanco, unos segundos en silencio mental para aparecer violentos, salvajes como la propia naturaleza. Y solo te queda recibirlos, tocan la puerta con agilidad y cuando te percatas ya entraron a la sala, los miras con cara de WTF! ¿acaso hay algo pendiente?
– No lo sé, tú sabrás – te responden, además de todo se ponen secretudos.
Pensamientos no, recuerdos con vida propia, indiferentes a mi molestia, prepotentes con su autonomía.
Qué difícil es quedarse pensando al borde de la cama, con la toalla puesta y el cabello húmedo; o quedarse pensando en la ducha justo antes de abrir la llave para no desperdiciar; o en el escritorio cuando la laptop se cuelga y reinicia; o en el paradero mientras llega el bus. Qué difícil es dejar ese instante en blanco para que un recuerdo te transporte a otros tiempos. Te hace desear que esos recuerdos en verdad pertenezcan a «los otros» tiempos. Un tiempo segundón sin importancia. Pero te sigue arrancando del presente y eso te jode.
*Todo es ficción, todo está escrito o simplemente todo está fuera de tiempo.