UN CONCIERTO EN EL JAZZ ZONE

Es sábado, unas amigas me dieron confianza en mí, me doy cuenta de cuánto necesito eso y que a veces sólo se me desaparece de las manos. Y me deja en el aire. Hay asuntos que nunca voy a controlar. Les agradezco a ellas porque el concierto salió muy bien. Lo logramos. Luego de esto llegué a casa y luego de dormir mucho no pude dejar de ver la serie de #LM. Esto me llevó un poco más al centro de la tierra (por lo bajoneado que es). Ahora comprendo sólo un poco de esos memes del «malvado Luisito Rey», pero no entiendo cómo la posibilidad de que una mujer haya sido asesinada por su pareja pueda ser un tema que se use tan tranquilamente para el humor. No lo entiendo. He llorado en cada capítulo. Se me estremece el alma en esa lucha tan común que vivimos las mujeres… de querer y odiar a alguien cercano porque nos hace daño premeditadamente. Es lo más violento con que tenemos que lidiar. Y vienen a mi mente esas frases violentas e ignorantes: «si te hace daño, déjalo, ¡sé fuerte y no tonta!» ¿De dónde se saca la fuerza para aborrecer a alguien que quieres?… porque resulta que puede ser tu padre, tu familiar o tu pareja…

¿En qué momento de la vida nos advierten sobre esto? ¿Alguien está preparada para anular de la noche a la mañana un amor fuerte por la primera falta de respeto recibida? No. Nadie está preparada para recibir daño de quien amas, nadie está preparada para recibir daño de quien «te ama». Cuando quieres a alguien lo perdonas, le crees, y si ese pedido de perdón no es honesto sólo te enterarás cuando se repita el daño, y probablemente será un daño más grave.

Nunca estuve preparada para odiar a mi padre. Nunca lo logré. El daño que sentí cuando más lo necesitaba y fue indiferente nunca me dejó de doler porque era mi padre y yo lo quería. En ese momento lo quería, ahora también. Lo perdoné y el dolor nunca se fue.

Tenía muchas ganas de salir de casa. En realidad no. Estuve en el subsuelo casi todo el fin de semana. Excepto por el concierto que fue una sobredosis de adrenalina, pero luego la caída ha sido fuerte. Me quedé como una adicta que ya no tiene dinero para comprar más droga. Es que busco a mi alrededor y el mundo sigue siendo tan mierda.

Siento que el pavimento vibra tan fuerte que llega a los cimientos de esta casa… como prediciendo un terremoto. Ahí viene otra vez. Pero mis perros no ladran y yo confío en ellos. Ahora escucho el sonido que hace el camión de la basura cuando retrocede. Debe ser eso.

Una amiga me sacó de mi casa y ambas nos hicimos un piercing en la fosa nasal. Me encanta cómo se ve el puntito. Lo llamo estrellita nasal. Le dije: ahora te debo 40 soles y un ratazo de felicidad. Ella es agradable siempre. Pero no me gusta la novia que tiene, es un poco tóxica, intuyo.

A él lo extraño mucho. Tengo miedo porque el sueño más grande de este año parece ser volver a vernos. Hacer el amor, mirarnos como si fuéramos magia, o cine. Dormir, comer, hacer nada y comer, todo el tiempo con vino cerca. Pelear un poco por las causas sociales y escucharlo en su gran conocimiento sobre política, economía y de cómo funciona el mundo desde sus ojos. Enamorarme más de él y ver su peculiar paciencia dentro de su forma impaciente de ser. Agradecer al universo otra vez por la madrugada en que nos cruzamos y también porque mi atención sigue mirándolo. Aunque él esté al otro lado del mundo.

18/07/15

**El amor es un dios que sí existe.

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