En alguna frecuencia me siento borrosa…
Me volvió a pasar este fin de año. Eso fue hace poco, yo parecía el fantasma de alguna otra persona, tal vez de mí misma, de mi yo adolescente, o de mi yo anciana.
Como fantasma me percaté de que hace un año que no entraba aquí: a este lugar de letras y palabras formándose. ¿Será que estuve tan distraída con ese acontecimiento de muerte que se intensificó mi poder de parecer un holograma a veces? Hace un año en que me sentí tan borrosa, tan invisible, que parece que me quise refugiar en dicha inexistencia.
Sería mucho más fácil ser un fantasmita, me digo a veces. Atravesar las paredes sin que nadie lo note, apagar el volumen del mundo y apegarme a la oscuridad nada más. Pero a pesar de todo… ¿Cómo ignorar esos sonidos? Esas canciones que me hacen recordar otras vidas mías. La música es posiblemente mi ancla de medianoche en este mar. Yo sé que suelo ser imprecisa y dispersa x mil, pero si se trata de reiniciar el día, yo elijo la medianoche. Allí me abrazo como si me estuviera jalando un río y fuera el único árbol que me regala una de sus ramas…
¿Qué tal si solo soy mi propio holograma? un reflejo infinito en el espejo, tan infinito que no está más. Me sentí más borrosa que nunca solo porque estuve a punto de morir un fin de año cualquiera. Es un recuerdo tan surrealista que a veces reviso fotos para ver si en verdad pasó. ¿Y qué más importa eso? No lo sé, lo juro que no lo sé. Soy una fantasma inexperta aún, pero supongo que puedo hacer mi mejor esfuerzo de ser una mejor versión fantasma de mí…
