Un día como hoy llegué a este lugar.
Voy a escribir cosas tristes porque para eso estoy aquí.
Estoy para odiar la mitad de mí y empujar mi otra mitad hacia una canción feliz con líneas alegres y con inevitables fibras tristes. Un día como hoy nací, un día voluble, no recuerdo si era viernes. Estaba concentrada en llorar y enojarme frunciendo el ceño.
Un día como hoy, un día con el sol tímido, cerca del mar [espero], con un viento impredecible [tal vez], quise salir al mundo para sonrojar mis mejillas al octavo día y rizar mis pestañas leyendo a las poetas de fuego. Un día como hoy luego de un desierto hasta la adultez pude arrepentirme de ser lacia y refugiarme un poco en las ondas tormentosas de mi nuevo cabello rojo purpuroso que construí con mis propias manos.
Quiero/voy a pedir un deseo en la penúltima línea de mi día, quiero estar aquí… aunque esa sea la incoherencia más grande de mi vida. Quiero estar aquí y contar mis días hasta la inconsciencia, como si fueran lunares inventados. Por eso te inventé, Lyla. Para hacer confesiones con tranquilidad.
Porque tengo una increíble habitación dentro de mí, melancólica y sin paredes, que me mantiene amarrada a este mundo, pero parece que me destierra… en un cohete, en una nave hasta el infinito, como siempre lo soñé.