Es complicado, es trabajoso, es dificil describir todo lo que me pasa por la mente absorvente mientras canto frente a un público de desconocidos. Desconocidos andantes, zombies que quieren vernos arrastrar en el escenario y quieren que dejemos la sangre ahí. Mientras ellos pasan el rato y luego siguen con sus vidas. No entregan parte de sí mismos en una tarde, nosotros sí.
Cada vez que subo a un escenario pienso en nada y en todo. Extraño a mi novio, pienso en qué estará haciendo en este momento. Pienso en mi infancia, pienso en algunas chichas intensas (cumbias antiguas). No dejo de pensar y lo hago todo a la vez y tal vez por eso a veces olvido las letras y se me quedan trabadas en la mitad de la lengua y no terminan de salir. Se caen, se quedan debajo de mi lengua, un pensamiento de otra cosa la empujó ahí y me hace tropezar en medio de una canción. Entonces me siento morir pero disimulo y continúo.
Veo personas que me miran a los ojos mientras canto y me sonrojo. De todas las personas que lo hacen, algunas mantienen su mirada en mí, unas asienten, otras aplauden, miran con más curiosidad en cada nueva canción, siento que a algunas no les gusto, no les gusta oírme. Entonces me siento morir, pero disimulo y continúo.
2018/10/19