Ya no tengo horas fijas para despertar. No tengo horas mínimas por dormir. Mis textos y mis posts públicos han sido muy deprimentes, sé que una gran parte de mí siempre está triste, pero pensé que tenía claro los lugares donde mostraría esa parte de mí, por ejemplo en este blog. Pero no ha sido así. ¿He cambiado? El aislamiento y los problemas que he estado teniendo en mi trabajo regular me están intoxicando, y creo que tenía que botar de alguna forma todo esto.

Aquí los ejemplos.

Bueno, yo tengo un lenguaje profesional, que no es hipócrita, solo cordial cuando una persona no me transmite mucho, cuando siento que no conecto con alguien, simplemente trato a este persona en el límite de lo necesario, pero soy cordial. Si se da el caso en que no conecto con alguien, pero además, percibo que es una persona dañina, no puedo disimular. Y el aislamiento me ayuda a disimular menos, lo siento.

Mis tiempos de bajoneos están acompañados de impotencia, y mis luchas se hacen más presentes que nunca, estoy al límite, no soporto que las personas hagan daño a este lugar tan hermoso, que reciban las lecciones y no hagan ni el más mínimo esfuerzo por cambiar, eso me deprime tanto…

A estas alturas me piensan como una renegada que odia a los humanos y me ven como una mujer a la que no le importa pertenecer también a esta especie. Y tienen razón, no valoro a mi especie. Quisiera ser de marte, pero asumo que soy de acá. Eso no hará que deje de avergonzarme. Pongo el pecho, pero estoy harta de hacerlo.

Hoy me levanté 2 veces antes de las 9. Cogí el celular porque actualmente es una extensión de mi cuerpo (por el trabajo). Me llegó una notificación de WP. «Tienes un boom de visitas» o algo así decía. Y vi que tuve un visitante en toda la noche…

Alguien se puso a leer 100 páginas de este lugar inexistente que es tan mío. ¿Quién eres? Estás en este país. Lo vi en los datos. Pero tal vez no seas de acá. ¿Eres de marte? Yo también quiero ir allá…